quarta-feira, 9 de outubro de 2013







Habría hecho cualquier cosa para no tener que decirle a mis hijos que tenía cáncer.
Ninguna madre en el mundo está preparada para darles una mala noticia que los va a dejar tristes....o mas que tristes.
Los dos me escucharon en silencio con miradas que preguntaron que sucedería, y yo esta vez no tenía respuestas.

Un día después, mi hijo mayor Francisco, me apretaba la mano fuerte mientras yo esperaba mi turno para entrar en la sala de cirugía.
Lo miré y le dije llorando "tengo miedo".
El dijo que también tenía miedo, pero se aguantó para que no le viera las lágrimas que podían salir, y me consoló diciéndome que todo saldría bien.

Después de varias horas de espera, me acompañó hasta a puerta de la UTI, caminando al lado de la camilla y siempre sosteniendo mi mano.
al día siguiente, mi hijo menor, Ismael que entraba en la adolescencia, tuvo un permiso especial para visitarme (el era menor de edad y no podía entrar en el hospital). Yo quería verlo, pero a la vez no quería que el me viera de esa manera...
Nunca me voy a olvidar la carita de él, asustado, mientras yo intentaba convencerlo, como de costumbre, que todo estaba muy bien.
Pero no fue tan así, porque ellos supieron ese día que había perdido la voz y que el tratamiento que tendría era de altísima radiactividad y tendría que pasar un tiempo en absoluto aislamiento.
A partir de ahí, empezó el primer chiste, y mis hijos me dijeron que era la mujer ideal: no hablaba!!!!!

Durante la radioterapia me visitaban todos los días, toda la familia, y nos hacíamos chau con las manos a través de un vidrio y nos sonreíamos intensamente. Sonrisas que ocultaban preocupaciones, pero que también estaban llenas de esperanzas. Los juegos y los chistes no paraban, ellos me preguntaban: "Mamá, si me arrimo a vos, me transformo en un monstruo?" "Sos una madre bomba?

La vuelta a casa fue una maravillosa experiencia. Tenía dificultades para tragar y entonces Francisco, que empezaba por aquella época sus estudios de gastronomía, inventó una serie de menúes especiales, blandos y deliciosos. Ismael también ayudaba y me daba el brazo como un gentleman, intentando ayudarme con mis enormes dificultades para caminar.

Yo continuaba en silencio, las palabras sobraban frente a tantos cuidados de aquellos dos adolescentes que se estaban transformando en hombres. siempre de buena onda.

También hacían cosas que a mi no me gustaban, de gusto. Siempre que me quieren ver enojada me dicen Laura. Cuando lo hacían yo les respondía gritando "no me digan Laura, ustedes dos son los únicos con la obligación de decirme mamá" y me respondían "OK laurita" y se reían...
Ahora, en mi parte del diálogo me imitaban hablando en silencio como si fueran mimos. La verdad es que era muy divertido!

Esos chistes nos ayudaron a pasar el día a día, cada día. Mi pelo, antes ondulado ahora era lacio, de a poco las comidas no precisaron ser tan especiales, y con la ayuda de una fonoaudióloga empecé a hablar bien bajito, después ronca, y así de a poco me alejaba de aquella mujer ideal en silencio, para convertirme en una mujer real...me estaba curando.
 Ya pasaron cuatro años desde aquel día, años en que gracias a Dios y a un equipo médico increíble y con la ayuda de mi familia, los tratamientos dieron resultado hasta que supe que estaba curada.

Como cualquier madre, yo dí sin esperar recibir, pero fue tanta cosa la que volvió...
Amor verdadero, incondicional.
Mis hijos me dieron coraje, me abrazaron cuando solo quería llorar, me sonrieron cuando me sentí desesperanzada, rezaron aún cuando los dos se dicen ateos, me hicieron bromas cuando no tenía ganas de reirme y aprovecharon para hablar cuando yo no podía responder.

Hoy son dos hombres, Francisco ya es un Chef, e Ismael ya está comenzando su camino entrando en su mayoría de edad.
Pero para mi, siempre serán mis niños, y cuando los veo salir a la vida, siento temor por las dificultades por las que tendrán que pasar.
Y siempre quisiera que volvieran un ratito para mi barriga donde siempre los protegería.
Crié a mis hijos preparada para aceptar todo lo que sucediera en la vida de ellos. Y claro que yo siempre estaría ahí para ayudarlos, cuidarlos y amarlos a pesar de cualquier cosa. Repetí eso miles de veces.
Nunca me imaginé que un día sería al revés.
Que ellos estarían ahí, al lado mio para cuidarme y ayudarme. 
Tantas veces los bañé y les saqué las clásicas fotos de chiquitos desnudos, igual que cualquier mamá. Ahora eran ellos quienes me ayudaban a bañarme! Tantas veces les di la mano para enseñarles a caminar, y ahora eran ellos que me daban el brazo para que me apoyara y fuera en cortos paseos hasta la esquina de mi casa. Tantas comidas de bebé con historias infantiles  para estimularlos a la hora de comer, y ahora ellos jugaban a que yo era la niña y me daban la comida en la boca. Tantas veces repetí las mismas palabras para que las repitieran y aprendieran a hablar, y ahora eran ellos que lo hacían...

Ellos son dos hombres muy lindos, altos, divertidos e inteligentes. Obviamente no sería una madre si no hablara así de las cualidades de mis hijitos!!!!!
Como no recordar para siempre aquel día que Francisco se peleó feo con el personal del hospital, con la típica insolencia de los 18 años, y les dijo que estaría mirando y controlando, para ver si alguien me hacía sufrir! todo porque le dije que tenía miedo.
O aquel día que se ofreció a ayudarme a pagar las cuentas de la casa con el dinero de su primer empleo, diciéndome que no me preocupara con el hecho de no poder trabajar por un tiempo.
Como olvidarme de aquel día que le avisé a Ismael que estaría algunas horas en una cámara nuclear especial, sin poder hablar ni comunicarme con nadie, a pesar de esto mi celular no paraba de sonar y sonar, y viendo su nombre en la pantalla mandé para todo para responder pensando que algo malo le había pasado: era para preguntar si podía comer un helado que había en la heladera!!!!
O aquella mañana de domingo que entró llorando en casa diciendo que lo habían asaltado y robado su celular. Salí a la calle, casi sin poder caminar ni hablar, pasó un patrullero y nos subimos a perseguir a los ladrones...y los encontramos!!!!! 
Ellos siempre supieron que yo estaría ahí para ellos, pero me mostraron que estuvieron siempre conmigo también.
Amor incondicional, recíproco, en cualquier momento y lugar.

No se como será mi vida futura...quien lo sabe?
Solamente se que la palabra cáncer que tanto nos asustó, ahora era una palabra real y posible.Aquellos meses de tanta inseguridad y dificultad pasaron a ser divertidos y esperanzadores. Aquellos años de de dificultades y tristezas se transformaron en grandes triunfos y aprendizajes.

Hoy vivimos en países diferentes. El cáncer me dejó como secuela una alta intolerancia al clima frío. Preciso calor para vivir mejor y por eso estoy aquí, en la maravillosa ciudad de Rio de Janeiro. Gracias a la tecnología del S XXI estamos unidos e informados de lo que nos pasa en el cotidiano vivir de todos nosotros. Yo espero que vengan por aquí en poco tiempo...
Mismo con toda la tecnología del mundo no es lo mismo poder abrazar y estar cerca. Claro que no, pero nosotros tres aprendimos a agradecer haber llegado hasta aquí y superado ese enorme desafío. Yo siempre me dije que no me importa si ellos viven lejos, lo importante es que estén bien y que sean felices. También ellos dicen lo mismo para mi.
Francisco e Ismael son dos grandes amores, amor visceral, que emociona tanto como aquel día que lloré y lloré por ellos, y lloré tanto que sentía que lloraba agua cristalina.
Un día de aquellos no tan felices, me dijeron en su estilo bien divertido " si fuéramos al supermercado de madres, te compraríamos"

Yo también compré a esos dos, e hice el mejor negocio de mi vida!!!!      


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